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Proponen un parque volcánico en la
Reserva Payunia
Por Marina Walker
Diario Los Andes - Mendoza
Malargue (Malargüe)
Dicen que pisar la Payunia es volver al Génesis, a
los balbuceos del mundo. La llanura vastísima y reseca, en el sureste de Malargue (Malargüe), alberga además de millones de
años de existencia un tesoro geológico único: según estudios muy recientes allí se
encuentra uno de los campos volcánicos más profusos del planeta. La prueba de esto son
sus casi 800 conos perfectamente preservados. La mayoría surgió en los últimos treinta
milenios, un tiempo casi ínfimo si de procesos volcánicos se trata.
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Por estas razones, para los estudiosos del tema, la Payunia es un sitio excepcional. Aunque muchos
quisieran que tal fascinación dejara de ser prerrogativa de sesudos científicos y se
extendiera al común de los mortales, uno de los propulsores de este planteo es
precisamente un investigador reconocido del Conicet que vive en la Plata, Eduardo
Llambías quien acaba de proponer la creación de un parque volcánico, algo así como un
circuito turístico que ponga en valor la riqueza geológica de esta región.
El rastro de las impresionantes coladas (lava), que parecen que hubieran
sido lanzada hace días, la famosa caldera - el único espejo de agua de la zona que se
formó luego de una erupción gigantesca - las hornallas apagadas y las enormes
acumulaciones de piedra pómez son algunos de los atractivos de la Payunia que podrían,
si se concreta la idea, aumentar la oferta turística del sur de la provincia.
Por otro lado, los volcanes tienen una incidencia mas que
significativa en la actividad humana. En La Payunia, las únicas dos familias que
habitan la zona, recuerdan como si fuera ayer la erupción del Quizapo (abril de 1932), en
el límite con Chile. "Al mediodía todo se puso oscuro como si fuera de noche, las
gallinas se fueron a dormir y ellos se sentaron alrededor del fogón creyendo que se
venía el fin del mundo" cuenta Llambías. Cuando aclaró después de varios días,
todo estaba cubierto por un potente manto de ceniza y no había rastros de vida en 30
kilómetros a la redonda. En esa oportunidad el polvo abrasivo alfombró Buenos Aires y
tiznó algunas playas brasileras. La furia de los cráteres es siempre una
posibilidad. Sin embargo los expertos casi descartan que en la Payunia pueda haber
erupciones por lo menos en los próximos 100 años. Todo un alivio para quien se
entusiasma en el proyecto turístico. De entre los cientos de volcanes que coronan la
región, hay dos que son los más importantes: El Payún Matrú, cuyo diámetro en la base
es de unos 30 kilómetros, abarcando una superficie de 700 kilómetros cuadrados y el
Payún Liso.
Educación y Ecoturismo
El Proyecto de ecoturismo que propone Llambías no sería complicado de
implementar ni demasiado oneroso. Para el experto, entre los aspectos básicos a tener en
cuenta figura mejorar las huellas internas para que puedan ingresar automóviles, crear un
centro de interpretación, colocar carteles que expliquen las distintas características
volcánicas, escribir una guía ilustrada, explicando los procesos geológicos y realizar
publicidad adecuada del sitio. A partir de esta infraestructura básica, los posibles usos
y aprovechamiento de este parque volcánico serían verdaderamente ambiciosos:
Fomentar el turismo educacional. Aprovechar para que al
mismo tiempo que pasea, la gente comprenda la naturaleza, en este caso la relación entre
la actividad volcánica y el desarrollo de la flora y la fauna. Podría llevarse
contingentes de alumnos y hacer experiencia de campo en la enseñanza de la geología en
diferentes niveles.
Atraer al turismo internacional. Paises como Brasil,
Uruguay y Paraguay no tienen desarrollos volcánicos intactos. Junto con Las Leñas, San
Rafael, Bardas Blancas se puede generar un polo turístico muy peculiar.
Para garantizar la seriedad del proyecto, Llambias señala que sería
importante de un guía especializado para dar las explicaciones correspondientes y
generar excursiones guiadas, incluso actualmente existen geólogos entre el personal que
trabaja en la reserva de La Payunia. De concretarse
la idea la presencia de niños, turistas y alumnos universitarios, caminando entre los
volcanes, explorando el paisaje y haciendo estudios in-situ, cambiará sin duda la
fisonomía de este lugar, hoy prácticamente despoblado.
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